El Norte Finnish Journal of Latin American Studies
ISSN 1796-4539 Amici Instituti Iberoamericani Universitatis Helsingiensis, P.O. Box 59, 00014 University of Helsinki,Finland
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua, MéxicoUniversidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua, México
La representación del vicio a partir del desarrollo
económico de una zona de frontera: Ciudad Juárez
Abstract The historical events that occurred in the early twentieth century in the Ciudad Juarez/El Paso areaof the U.S.-Mexico border led to the initiation of industrial development and trade, but alsoincreased illegal activities and the number of vicious people. This article considers how and whythese activities gave rise to the promotion of legislation against the sale, manufacture, andtransportation of alcohol in El Paso, and the creation of a tourism sector based on activities thatwere considered illegal on the American side in Ciudad Juarez. Promoted by the newspapers of ElPaso, the Mexican city began to acquire a bad reputation. The case highlights the roots of LatinAmerican dependency on the United States.Keywords: alcohol prohibition, illegal activities in Juarez/El Paso, Anti-Saloon league, the 18th Amendment Introducción
El vicio y la diversión como expresiones culturales no se dan por sí mismas, sino que requieren deescenarios económicos favorables para que se dinamicen e incentiven socialmente. Desde laperspectiva de escenarios económicos favorables que fueron posibles para la zona Ciudad Juárez-ElPaso por el arribo del ferrocarril. El Paso se convirtió en una zona importante de negocios, por serun punto de convergencia de líneas ferrocarrileras transcontinentales (Gonzáles-Herrera, 2006, p. 99). Además, la Zona Libre de comercio estimuló brevemente el comercio de Ciudad Juárez(también llamada Paso del Norte) y se ubicó como una posibilidad para que la ciudad fronteriza seinsertara en lo que se llamó el milagro económico porfirista, pues la forma libre de comercio teníael propósito de introducir productos pagando impuestos más bajos que en el resto del país, sinembargo, impugnada por comerciantes estadounidenses, fue derogada por el gobierno de México en1905 (García Pereyra, 2007, p. 66).
Aunque la Zona Libre no incentivó la economía de Ciudad Juárez, su propósito era compensar laasimetría entre México y Estados Unidos en la frontera norte, es interesante describir que enfunción de esta forma de libre comercio se urdió una campaña de desprestigio a través de la prensaescrita en inglés que promovieron comerciantes de El Paso (Ceballos-Ramírez, 2001). Ante laposibilidad de que la Zona Libre posibilitara al espacio fronterizo mexicano el enclave comercial deimportancia para la frontera norte de México, los comerciantes de El Paso la percibieron como una
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amenaza que ponía en riesgo su hegemonía comercial. La campaña, cuyo propósito fuedesprestigiar la Zona Libre, consistió en representaciones e imágenes de peligro, contrabando ycorrupción, por mencionar algunas, que influyeron en las creencias de la población de El Paso y delgobierno norteamericano a tal grado de considerar a la Zona Libre como una forma del “mal”además de “hostil” que iba en detrimento del desarrollo económico del espacio fronterizonorteamericano. Considero que a partir de esa campaña de desprestigio hacia la Zona Libre seconstruyen las primeras representaciones que la prensa escrita en inglés trasmite sobre CiudadJuárez. Con la Zona Libre, como una de las condiciones económicas, pretendo enfatizar laparticipación de la prensa en la construcción de representaciones. Hay estudios económicos másamplios y concretos sobre la Zona Libre, pero el propósito es que esta condición económicafavorable sirva de pretexto para estudiar las representaciones en la prensa. El arribo del ferrocarril aEl Paso, también sirvió como medio de transporte de tahúres, viciosos y prostitutas; actores socialesque jugaron un papel determinante en el surgimiento de representaciones para que se percibieracomo ciudades del vicio; primero a El Paso y luego a Ciudad Juárez, representación que la prensadestacó y trasmitió a la población local, nacional e internacional (Martínez, 1982). El impulso económico a través de los ferrocarriles y la Zona Libre
La expansión de los ferrocarriles a la zona Ciudad Juárez-El Paso a finales del siglo XIX incentivóla economía y logró comunicar a dos ciudades aisladas con el resto del continente; sin embargo, eldesarrollo económico y social fue desigual, pues, cuando menos para Juárez, el costo social fuemucho mayor en relación con El Paso, Texas, pues aumentaron los asaltos a personas, se incentivóel tráfico de drogas y aumentó el número de prostitutas, por citar algunos ejemplos. La expansión delos ferrocarriles hacia una zona con potencial de desarrollo económico sería aprovechada por losdueños de capitales estadounidenses para dinamizar el transporte de recursos naturales, el comercioy la movilidad de mano de obra barata que demandaba la agricultura, la industria y el sector de losservicios en El Paso.
Al mismo tiempo que arribó el ferrocarril en los años ochenta del siglo XIX a El Paso, un grupo deanglos que ejercían control en intereses comerciales, bancarios, abogados y aquellos de los dueñosde salones de juego, cantinas y prostíbulos se hicieron de posiciones de poder locales que les fueronarrebatadas por grupos reformistas en la segunda década del siglo XX. Paradójicamente, elferrocarril, símbolo de desarrollo y bienestar, serviría de transporte de tahúres, viciosos y prostitutasque contribuirían al incremento del número de cantinas y prostíbulos en El Paso, que ante laamenaza de ideas prohibicionistas provenientes de grupos reformistas y la promulgación de laenmienda XVIII que en 1920 en la Unión Americana prohibió la producción, venta y consumo dealcohol, se decidió paulatinamente exportar a Ciudad Juárez, sin importar las repercusiones socialespara su población y la construcción de una mala fama que aún pervive en el imaginario social(González-Herrera, 2006, pp. 203 y 211).
Aunque hasta el momento no se puede cuantificar la ganancia que generó la actividad del vicio, síes posible pensar que para el grupo que la controló representó un negocio bastante remunerativoque no estaba dispuesto a dejar por causa de la prohibición del alcohol. Por tanto y ante la crisiseconómica que padecía Ciudad Juárez, aprovecharon la coyuntura para estimular el sector de losservicios e instalar una pujante y creciente industria del vicio que, al parecer, trastocó la moral yvalores sociales de la población juarense.
En este sentido de desarrollo y progreso de una zona que carecía de importancia para los gobiernosnorteamericano y mexicano, que por acción de los ferrocarriles transitó del aislamiento a un relativopapel dentro del engranaje del comercio continental, podría plantearse la máxima de que todoprogreso trae un determinado costo que repercute en las distintas esferas sociales. Desde esta
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perspectiva, cuando menos para el caso de la zona Ciudad Juárez-El Paso, parece que así fue, puesel comportamiento y la vida cotidiana se modificaron.
El arribo del Ferrocarril Central Mexicano (FCM) a Paso del Norte en 1884 y la aprobación de laZona Libre en 1882, pero puesta en marcha hasta 1885, contribuyeron al desarrollo de la minería, laganadería, el comercio y a la transacción internacional de mercancías entre México y EstadosUnidos. El ferrocarril permitió que la región quedara unida (Martínez, 1982, p. 39) al centro y nortede México y formó un amplio corredor geográfico que incluía Aguascalientes, Zacatecas, CiudadLerdo, Torreón y Chihuahua. La aduana fronteriza local se colocó como el principal puerto demercancías al estado de Chihuahua y la segunda aduana fronteriza de México en cuanto al volumende mercancías, quedando sólo detrás de la de Nuevo Laredo (Gonzáles de la Vara, 2002, p.111).
El crecimiento que registró la economía paseña y, en consecuencia, el número de habitantes, motivóa que hombres de negocios vieran en el turismo otra forma de empresa en la frontera. Para 1881 sedestinaron 50 mil dólares a la construcción de hoteles y casas para los visitantes que el ferrocarrilpodría traer a la región. Esa nueva etapa de prosperidad pronto se reflejó en el centro de la ciudad,pues se instalaron numerosas casas de juego, teatros y cantinas. Los ferrocarriles trajeron todo tipode personas, entre comerciantes americanos, mineros, hombres de negocios y jugadores. La llegadade miles de personas se debió principalmente a la promoción de El Paso como una región conpotencial económico importante. La composición racial de esa ciudad era diversa, era patente elpredominio de angloamericanos sobre las demás razas, tan es así que el censo de 1890 registró 8013americanos, seguido por los mexicanos con 2115, mientras que los de raza negra sólo eran 680 ymuy abajo los chinos con 312 para dar un total de 11120 habitantes (El Paso Daily Times, 1 deenero de 1890). Años más tarde, la presencia de mexicanos iría en aumento, de tal manera que ElPaso se beneficiaría de la migración, principalmente de mano de obra barata que provenía deMéxico. Esta mano de obra barata, que se canalizó a la industria, servicios y agricultura, influyópara que la economía de El Paso registrara un crecimiento inusitado que se detuvo en la terceradécada del siglo XX por causa de la depresión económica de los Estados Unidos. La migraciónhacia El Paso fue tal que el censo de 1890 registró un crecimiento de la población en un 1400% enun lapso de diez años, lo que colocaba a la ciudad como un polo de atracción al que arribaron milesde personas busca de mejores niveles de vida (El Paso Times, 7 de octubre de 1890).
El auge inusitado de fuentes de empleo impuso largas y agotadoras jornadas de trabajo quearriesgaban la productividad del individuo, de tal manera que para subsanar el estrés y agotamientofísico de los trabajadores se buscaron mecanismos de compensación que permitieran al individuodedicar parte de su tiempo libre a otras actividades recreativas con la finalidad de reponerse delcansancio y del desgaste mental. Para ello, al tiempo que se abrían nuevas fuentes de empleo,también se abrían nuevos lugares de diversión: cantinas y prostíbulos que para reformistas ymoralistas no eran decentes y contribuían a que los trabajadores fueran despojados de su dinero yponían en riesgo los principios fundamentales del protestantismo norteamericano, pero estos lugaresgeneraban considerables ganancias entre sus actores que promovían un ciclo de consumismo, entrela mano de obra que lo formaba, por ejemplo, las mujeres que se dedicaban a la prostitución partede sus ganancias era destinada a la compra de insumos alimenticios para el sostenimiento defamilias y educación de sus hijos.
A pesar de la llegada del ferrocarril a Ciudad Juárez (Paso del Norte) se carecía de inversiones quepermitieran el mismo desarrollo económico y social que experimentaba El Paso. El desarrollo quesostenía El Paso (la introducción de servicios públicos como alumbrado, electrificación, drenaje,tranvías eléctricos, etcétera) reflejaba mejores niveles de vida de su población y la configuración dela ciudad como centro urbano de suma importancia para la región, hizo que comerciantes y ricosterratenientes de Paso del Norte plantearan nuevas formas de desarrollo que incentivaran la
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economía local y mejoraran los niveles de vida de la población, integrada principalmente pormigrantes que vivían en casas de adobe, calles sin pavimentar, escasos servicios públicos y fuentesde empleo. Por el deprimente panorama urbano, aunado al olvido que padecían por parte de losgobiernos estatal y federal, los comerciantes y terratenientes solicitaron al gobierno del estado deChihuahua que la Zona Libre, que gozaba el estado de Tamaulipas, se extendiera a su región comosolución a sus problemas económicos y las diferencias en los niveles de vida que los habitantes delespacio fronterizo mexicano vivían con los habitantes de El Paso. Los argumentos con los quevalidaron su petición fueron la poca oportunidad de empleo, el alto costo de la vida y un comercioincipiente que no lograba competir con su contraparte del otro lado del río (Chávez, 1959, pp. 40-41). Aunado al temor que existía por parte del gobierno de Porfirio Díaz en el sentido de que, laactitud expansionista de los norteamericanos se volviera a repetir, el 24 de enero de 1885 aprobó ellibre comercio de mercancías a lo largo de toda la frontera y a una distancia de 20 kilómetros de lalínea o frontera política.
Sin embargo, la extensión de la Zona Libre a toda la frontera norte de México en 1885 fueconsiderada por Estados Unidos como una medida comercial hostil. Desde su creación fueimpugnada por estadounidenses que buscaban que el gobierno mexicano la aboliera por la situacióndesventajosa en que colocaba a los comerciantes norteamericanos frente al contrabando demercancías europeas (Chávez, 1959, p. 132). En el ámbito local –en el Paso del Norte-El Paso–, laZona Libre no fue bien recibida de lado norteamericano porque existía una intención deliberada departe de sectores políticos y económicos tejanos, principalmente de El Paso, por controlar elcomercio fronterizo. Pese la oposición de comerciantes de El Paso que mantenían cautivo alconsumidor de ambos lados de la frontera, los efectos de la Zona Libre se dejaron sentir en lafrontera norte de México, en donde, las poblaciones fronterizas mexicanas pasaron de ser villorriosa fisonomía de ciudades, con posibilidades de desarrollar actividades industriales o agrícolas demayor envergadura (Herrera-Pérez, 2001, pp. 200-202).
La bonanza comercial generada por la Zona Libre favoreció a Paso del Norte en los siguientesrubros: el volumen de su comercio se triplicó en un lapso de dos años; de 1885 a 1887 la poblaciónaumentó, así como el establecimiento de comercios pues los productos resultaban más baratos queen Estados Unidos; se estimuló la construcción de nuevos edificios y se introdujeron serviciospúblicos como alumbrado, electrificación, drenaje, agua potable, pavimentación de calles y tranvíaseléctricos (González de la vara, 2002, pp. 114-116).
La apuesta por la Zona Libre que sectores sociales de Paso del Norte hicieron como motor dedesarrollo económico, hizo que se olvidaran de otros como el de la agricultura, quetradicionalmente satisfacía los insumos alimenticios que la población requería y cuyo excedente seexportaba hacia Estados Unidos. El libre comercio que generó la Zona Libre sólo fue en beneficiode ricos comerciante locales y del Paso que no tuvieron en mente invertir en actividades industrialesque dieran solidez a la economía local, pues sólo se aprovecharon los dividendos que les generó elcomercio para, posteriormente, invertirlo en El Paso que despuntaba con potencial económico encomparación con su contraparte mexicana. El arribo de mercancías de otros países que estimularonel comercio de lado mexicano fue corto, pues la Zona Libre comenzó a decrecer a partir de 1891por la aplicación de aranceles más altos a productos de procedencia extranjera hasta su definitivaderogación en 1905. Aunada a la devaluación mundial de la plata, la actividad agrícola del Valle deJuárez disminuyó drásticamente al producirse una grave escasez de agua, consecuencia de laretención de agua del río Bravo por granjeros de Colorado y Nuevo México.
Tales circunstancias económicas provocaron que los indicios de crecimiento se esfumaran, lo queprovocó desaliento entre los comerciantes locales, quienes revelaron que autoridades de los tresniveles y sectores productivos de la localidad carecían de un plan de contingencia para estimular la
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economía de Ciudad Juárez. Una vez más quedó de manifiesto que no existía entre la clase pudientelocal una cultura de inversión que permitiera un crecimiento sostenido que repercutiera en losniveles de vida de la población. Para los ricos comerciantes y sus familias, cuya vida cotidianatransitaba entre las dos ciudades (sus hijos asistían a las mejores escuelas de El Paso e inclusoposeían propiedades), la crisis no existía o era muy diferente a la del resto de la población. Elprimero de los efectos de la crisis fue la migración de campesinos mexicanos a Estados Unidos enbusca de mejores condiciones de vida. La poca circulación de dinero, desempleo, transferencia decomercios hacia El Paso, desabasto de productos y la disminución de la población en casi un 50%impactó drásticamente la economía local (Flores-Simental, R., Gutiérrez-Roa, E., y Vázquez-Reyes,Ó., 1998, p. 28).
Ricos comerciantes de origen judío y alemán aprovecharon la bonanza comercial de la Zona Libreen Paso del Norte. Posteriormente, por el paulatino incremento de aranceles en diversos productosque hacían incosteable su actividad, migraron con sus negocios comerciales hacia El Paso sinimportarles si la población estaba sumida en una profunda crisis económica y, tal vez, así nacía unaforma de comportamiento de los capitales extranjeros que ante problemas económicos migran haciaotros lugares que les permitan seguir operando para obtener lucrativas ganancias. De esta forma,Paso del Norte (después Ciudad Juárez) experimentaba en carne propia la forma de acción delcapitalismo moderno norteamericano.
La crisis que vivió Ciudad Juárez a finales del siglo XIX y principios del XX benefició la economíadel otro lado del río, pues el crecimiento de la población de El Paso estuvo en función de lamigración de mexicanos hacia esa ciudad, de esta manera, se apropió de mano de obra barata,misma que jugó un papel de suma importancia en la consolidación de la economía paseña y delsuroeste norteamericano (Martínez, 1982, p. 53; Castellanos-Guerrero, 1981, p. 96). La crisis queexperimentaba Ciudad Juárez fue una coyuntura económica aprovechable por sectores productivosde El Paso para incentivar el turismo, que sería bien aprovechado por la influyente Cámara deComercio que desde El Paso promocionaba actividades turísticas hacia Ciudad Juárez con fines deatraer inversionistas a la región. En este sentido, el turismo vendría a amortiguar los efectos de lasevera crisis. La apuesta al turismo para el desarrollo económico
Al iniciar el siglo XX, la crisis económica en Ciudad Juárez era insostenible. Se quería aprovecharla promoción turística a través de folletos impresos que desde El Paso se hacían para Ciudad Juárez. Los folletos incluían como principales atractivos diversiones públicas entre las que destacaban lascorridas de toros –prohibidas en territorio norteamericano–, el hipódromo y la vida nocturna encabarés, cantinas y salones de baile en las avenidas más concurridas de Ciudad Juárez. Mientras queviejas construcciones de adobe, entre las que destacaban la iglesia de Guadalupe, eran objeto delatractivo de una ciudad que tenía como cárcel una antigua edificación de piedra y adobe y elmonumento a Benito Juárez construido con mármol de Carrara, Italia. En esa dirección se diocabida a un gran número de diversiones públicas que vendrían a disminuir los efectos de la agudacrisis económica, que para el historiador Óscar J. Martínez: “en adelante, las diversionespredominaron en la vida de la ciudad. Así se inició la época del escándalo” (Martínez, 1982, p. 54). La época del escándalo que a la que se refiere Óscar J. Martínez se inicia en 1900 cuando CiudadJuárez y El Paso eran señaladas como lugares sin límites, comparables únicamente con NuevaOrleáns y San Francisco. La popularidad que gozaban ambas ciudades se debía al considerablenúmero de diversiones públicas que otorgaban distracción, esparcimiento y llenaban necesidades deconsumo de alcohol y de satisfacción sexual con mujeres consideradas de mala reputación pordedicarse a la prostitución que la moral impuesta reprobaba, porque atentaba contra los principiosde monogamia de los escritos bíblicos. Asimismo, el consumo de alcohol era causa de la pérdida del
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buen comportamiento que establecía la moral de la época, pues el individuo bajo los influjosperversos del alcohol podía cometer actos inmorales como el desnudarse en la vía pública, tornarseviolento e incluso atentar contra la integridad de las demás personas. Por otra parte, el consumo debebidas embriagantes era símbolo de atraso y pobreza de familias. Bajo esta lógica, impuesta porsectores sociales cuya opinión e influencia entre la sociedad eran evidentes, las dos ciudadesfronterizas eran acusadas de albergar en sus respectivos centros un buen número de cantinas, casasde juego de azar, salones de baile, cabarés y prostíbulos, que protestantes y puritanos reprobabansocialmente.
La presión que ejercían sectores reformistas, puritanos y protestantes en El Paso, aunado a suposicionamiento en la política local que se tradujo en la adquisición de poder, pronto se reflejó conla implementación de una campaña moralizadora, cuyo objetivo tendía a expulsar de la ciudaddiversiones que consideraban corruptas para los individuos, haciéndolos menos productivos en unasociedad que ponderaba la dedicación al trabajo como medio para alcanzar mejores niveles de viday una sociedad mejor educada. Cuando las presiones pasaron del discurso a la práctica,paulatinamente se cerraron esos lugares, reprobados socialmente. Los propietarios no estuvieronconvencidos de deshacerse de esos lucrativos negocios y los mudaron hacia Ciudad Juárez: “Así, laciudad de El Paso pudo limpiar su imagen a costa de la imagen de su ciudad vecina con laaceptación de los juarenses” (Martínez, 1982).
La introducción del automóvil facilitó el transporte de campesinos hacia centros urbanos dondepodían adquirir insumos pero también buscar formas de diversión que no poseían en sus lugares deorigen. En este sentido, el vehículo automotriz proporcionó el acceso a formas de vida de la ciudad,diferentes de las que comúnmente estaban acostumbrados hombres del medio rural. Posiblemente elcontacto social que tuvieron en las grandes ciudades influyó en la manera de ver los principios delprotestantismo como restrictivos de otras formas de distracción y esparcimiento.
La relativa cercanía con Ciudad Juárez delimitada con El Paso por el río Bravo, símbolo de loslímites fronterizos entre ambos países cuyas aguas suministraban vida a la precaria agricultura de ElValle de Juárez, fue estrechándose gracias al tránsito, por los puentes internacionales, de lasdiversiones malsanas que corrompían la sociedad de El Paso, según la observación de los sectoresreformistas y puritanos. La escasa infraestructura pública de Ciudad Juárez consistía en molinos deharina, sucursales bancarias, telégrafo, alumbrado de gas, línea interna telefónica y algunosedificios que, para principios de siglo, le otorgaban el carácter de ciudad urbana (Chávez, 1959, p. 7). La mayoría de estos servicios se concentraban en la zona centro, mientras que los alrededorestodavía se catalogaban como pueblos oscuros donde la modernidad se negaba a llegar.
Pese a que las condiciones urbanas ni siquiera se asemejaban en lo mínimo a las que había en ElPaso, algunos propietarios de centros de diversiones expulsados, instalaron sus negocios en unaciudad donde el gobierno se ejercía a través de un jefe político y un presidente municipal,funcionarios que no gozaban de buena fama pues regularmente se les acusaba de corruptos en laprensa escrita. La infraestructura de diversión que se instaló en Ciudad Juárez aminoró los efectosnegativos de la crisis por la que atravesaba la economía local, carente de inversión que estimulara laproductividad y generara los empleos que la población demandaba.
A la crisis económica se sumaba el problema de la migración de mexicanos repelidos porfuncionarios de la aduana de El Paso. El año de 1907 fue fatídico, pues trajo acontecimientos quevendrían a repercutir en la endeble economía de Ciudad Juárez. Uno sobresaliente ocurrió cuandolos funcionarios de la aduana de El Paso negaron la entrada a un grupo numeroso de migrantesmexicanos porque la mano de obra requerida al otro lado del río estaba cubierta; es decir, la oferta ydemanda de trabajadores mexicanos estaba en función de las necesidades de los sectoresproductivos estadounidenses. La política migratoria impuesta por las autoridades norteamericanas
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ponía de manifiesto un ciclo laboral perverso que hacía más evidentes las diferencias entre los dospaíses. Por un lado, Estados Unidos destacaba en el plano internacional por el desarrollo económicosostenido que lo encaminaba como una potencia, mientras que en México no se lograba eldesarrollo económico deseado y se ubicaba entre los países pobres cuya riqueza oscilaba en laabundante mano de obra que aprovechaban los estadounidenses para beneficio.
Por lo que, Ciudad Suárez tuvo que albergar a miles de mexicanos que, varados en la frontera,demandaban de servicios públicos, oferta de empleo, casa, cobija y sustento. Con la esperanza deque los anglos abrieran la frontera en el corto plazo, el grupo de mexicanos decidió esperar enCiudad Juárez confiados en la benevolencia de los anglos para que ofrecieran de nueva cuenta elempleo que tanto necesitaban. Ante la situación, el gobierno mexicano hizo arreglos para que lesdieran empleo a 200 trabajadores en el ferrocarril de Chihuahua, pero ellos no aceptaron el salariode 1.50 pesos al día (Chávez, 1959, p. 57). La expectativa de los mexicanos varados en CiudadJuárez era el de emplearse en territorio norteamericano donde iban a recibir salarios mayores a 1.50pesos al día que les ofrecían por trabajar en los ferrocarriles.
La situación se normalizó hasta septiembre de 1907, cuando se permitió que más de mil personasprovenientes de los estados de Michoacán, Jalisco y otras entidades entraran a trabajar a territorioestadounidense (Ochoa y Uribe, 1990, p. 103). Ciudad Juárez se ubicó como puerta de entrada aEstados Unidos para miles de migrantes, quienes al llegar a la ciudad pedían comida y techo, elentorno de Ciudad Juárez se complicó más por las corrientes migratorias que afectaron los recursoslocales. En 1910, trabajadores mexicanos quedaron varados nuevamente, hecho que llamó laatención del cónsul mexicano en El Paso porque observó que la ciudad no tenía capacidad paraencargarse de los migrantes (Martínez, 1982, p. 58-59). La migración de mexicanos rumbo a lafrontera norte significó un beneficio para la ciudad de El Paso por el arribo de mano de obra baratacontratada en diversos sectores de la economía (García, 1981, p. 40).
La Revolución Mexicana de 1910 motivo que arribaran miles de migrantes que huían del conflictoarmado y de la probeza, con el objetivo de cruzar la frontera para internarse en El Paso y hacia otroslugares de Estados Unidos. Este éxodo de mexicanos hacia la frontera resulto en una pequeñamejoría de la economía de Ciudad Juárez porque se convirtió en paso de pertrechos militares quedemandaron servicios (Flores-Simental, y otros, 1998, pp. 46-47). La migración de miles demexicanos, en su mayoría pobres, motivó que la población de Ciudad Juárez aumentaraconsiderablemente, pues de 10 mil 621 habitantes registrados en 1910, para 1920 se incrementó a19 mil 457; es decir, un aumento gradual de casi 2 mil personas por año (González de la vara,2002, p. 133).
A pesar de la leve recuperación de la economía de Ciudad Juárez por el paso de suministrosmilitares y la afluencia de turistas norteamericanos, los negocios de El Paso fueron los que más sebeneficiaron, pues durante el corto periodo de 1914 a 1915 fueron las tropas villistas las quecontrolaron la frontera, y todas las compras de pertrechos y comestibles las hicieron de ladoestadounidense, asistían a los hoteles y a los restaurantes de El Paso. Ciudad Juárez recibió elbeneficio en el sector de los servicios, mientras que las compras de los villistas en El Pasoincentivaron los tres sectores de la economía, por tanto, la derrama económica se reflejó más que sucontraparte del espacio fronterizo mexicano.
Algunos mexicanos ricos que huyeron de la Revolución se instalaron en exclusivos sectoresurbanos de la ciudad y, al mismo tiempo, ahorraron e invirtieron su dinero en negocios einstituciones financieras, lo que contribuyó a la consolidación y crecimiento de la economía(Martínez, 1982, p. 72). El eje que sostenía parte de la economía juarense, era la oferta de ladiversión a través de sus cabarés, cantinas, casas de juego y la zona de tolerancia, lugares deentretenimiento que turistas norteamericanos visitaban con regularidad. Las diversiones públicas se
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convirtieron en negocios redituables en tiempos difíciles, pues generaron empleo e impuestos parala población y el Municipio, respectivamente. La coyuntura económica que representaban lasdiversiones, muchas de ellas proscritas en El Paso, resultó una oportunidad de negocio para losricos y no tan ricos de Ciudad Juárez, quienes poseían el capital suficiente para invertir en cantinas,cabarés, salones de baile, una plaza de toros y un hipódromo que, en conjunto, representaban laoferta en diversión que la ciudad ofrecía no sólo a los turistas norteamericanos sino también a losmigrantes mexicanos. Durante esta “época de balas”, las diversiones malsanas no tuvieron malafama, la inmoralidad de que eran acusadas pasó a segundo término pues, paradójicamente, dabansustento a los habitantes de una ciudad asolada por revolucionarios y federales.
A pesar de que disminuía la agricultura de Ciudad Juárez, su diversidad de cultivos como resultadode la escasez de agua por sequías continuas y la contención del agua del río Bravo por los anglos, secultivaban granos y se producían algunos alimentos para el autoconsumo. El suministro dealimentos básicos para la población juarense y los comercios establecidos en el centro de El Pasosignificaron la principal fuente de abasto. Cuando se terminó en 1916 la presa Elephant Butte trajobeneficios en cuanto a suministro de agua para la región agrícola de El Paso-Ciudad Juárez. Laseguridad de contar con abastecimiento de agua ofreció a los agricultores de Ciudad Juárez laposibilidad de aumentar la producción de alimentos a gran escala.
A pesar de la dependencia de Juárez con respecto de El Paso, la población juarense tuvo laoportunidad de comprar alimentos a unos cuantos pasos del límite internacional, mientras que paraotras poblaciones al sur de la frontera mexicana la situación era distinta por la escasez de alimentos. Cálculos conservadores estiman que los juarenses gastaban miles de dólares en compra de insumosalimenticios de primera necesidad como manteca, fríjol y arroz, entre otros. Esa dependencia deCiudad Juárez respecto de El Paso contradecía los argumentos de funcionarios del gobierno paseñoen el sentido de que sus habitantes dejaban grandes cantidades de dólares en casas de juego,cantinas y prostíbulos de Ciudad Juárez. En este sentido, la economía fronteriza reflejó un efectobumerang; es decir, los capitales tenían movilidad de un lado hacia otro, con mejores resultadospara El Paso, pues ricos exiliados mexicanos depositaron parte de su fortuna en bancosnorteamericanos.
De 1910 a 1920 la economía de Ciudad Juárez presentaría indicios leves de recuperación por lasubsistencia de las diversiones públicas, la migración y el establecimiento de nuevos comercios, sinembargo, la situación parecería mejorarse a partir de 1920 con el arribo de una segunda oleada dediversiones públicas expulsadas de El Paso como resultado de la imposición de la Ley Volstead, laque simbolizaba un triunfo para los prohibicionistas y reformistas norteamericanos que pugnabanpor la búsqueda de una sociedad ideal libre de vicios y corrupción. El tipo de economía dediversión, que oscilaba entre la formalidad y la informalidad, vendrían a proporcionar un respiroeconómico para la ciudad.
De 1900 a 1920 la población de Ciudad Juárez se triplico (Archivo Histórico de Ciudad Juárez(AHCJ), 10 de diciembre de 1921). Una de las causas del aumento –aun cuando la migración haciael otro lado de la frontera era una realidad–, fue la oportunidad de empleo ofrecida por la llegada denuevas diversiones, que generaron espacios de trabajo para mexicanos y extranjeros. Sin embargo,los extranjeros que instalaron esas diversiones en El Paso, generarían otros conflictos, puesimpusieron formas laborales intolerantes para los mexicanos, las cuales fueron denunciadas ante lasautoridades pero fueron desatendidas, lo que motivó la formación de asociaciones gremiales deciudadanos nacionales para demandar lo que por derecho estipulaban y les otorgaban las leyesmexicanas.
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Ideas prohibicionistas y exportación del vicio de El Paso a Ciudad
Las ideas prohibicionistas que experimentó la sociedad norteamericana desde finales del siglo XIXy las dos primeras décadas del siglo XX, incentivaron a propietarios de cantinas, juegos de azar yprostíbulos de El Paso a trasladarlos a la frontera norte mexicana, luego de que estas diversionesfueron reprobadas socialmente por atentar contra la moral pública y contribuir al incremento dedelitos. Bajo esos argumentos fueron prohibidas en territorio norteamericano. El sistema valorativotradicional de la sociedad norteamericana tenía como uno de sus pilares la ética protestante y eltemperamento puritano, códigos que exaltaban el trabajo, la sobriedad, la frugalidad, el freno sexualy una actitud prohibitiva hacia la vida. Los puritanos señalaron que la sociedad de la época eracorrupta, y se debía volver a la simplicidad primitiva de la iglesia original, que derivaba su voluntaddirectamente de Dios, no de instituciones hechas por el hombre (Bell, 1982). La oleadaprohibicionista originada en grupos religiosos, moralistas, reformadores y progresistas, dio pie a laformación de agrupaciones sociales cuyo objetivo estaba encaminado a combatir el consumo dealcohol y drogas, que por años combatían desde diferentes trincheras: desde el control político localhasta algunos periódicos como El Paso Herald.
En 1914 llegó a El Paso un grupo de personas que se denominaban “Escuadrón de Aviadores deAmérica”, que apoyaba la prohibición de alcohol en Estados Unidos. El Paso Herald calificó algrupo como la “primera tropa” que llegaba a la ciudad por invitación de la “Primera IglesiaCristiana” con el objetivo de concienciar y buscar apoyo de la población a favor de la prohibición. El grupo se subdividió en tres grupos que sostendrían pláticas con la gente por la tarde y la noche. Uno de los grupos estaría encabezado por el gobernador de Texas, Frank S. Hanley, quien estaba afavor de la prohibición del alcohol (El Paso Herald, 7 de octubre de 1914). Durante 1869 en EstadosUnidos se constituyó el Partido Prohibicionista cuyo objetivo será promover la templanza y eldecoro cristiano. En 1895 se creó la Liga Contra los Bares cuya finalidad era mantener a la sociedadestadounidense limpia de ebriedad, juego y fornicación.
Daniel Bell (1982) apunta que la prohibición fue algo más que una cuestión relacionada con elalcohol, fue también un problema de carácter y un momento de cambio en el modo de vida. La LeyHarrison fue creada en 1914 con la finalidad de prohibir el consumo de opio, morfina, heroína ycocaína sin receta médica. Con la promulgación de esta ley se trató de contener el incremento en losíndices de consumo de drogas en Estados Unidos y sancionar a las personas que las traficabanilegalmente. Las ideas prohibicionistas que se extendieron por todo Estados Unidos y El Paso nofueron la excepción, pues muchos de los propietarios de esos lugares, al verse amenazados declausura, transfirieron sus operaciones a Ciudad Juárez (Martínez, 1982, p. 51), que para principiosde la década de 1900 operaban en la ciudad un palenque de gallos, una plaza de toros, funciones deboxeo, casinos, un hipódromo, cantinas y prostíbulos (Delgadillo y Limongi, 2000, p. 73). Algunostestimonios indican que los norteamericanos hicieron inversiones considerables para la existenciade estos lugares de diversión (Estrada, 1975, p. 16).
Las diversiones públicas abiertas en Ciudad Juárez encaminaron su economía hacia el turismo,pero, al mismo tiempo, se acentuó aún más la dependencia respecto de El Paso. El bienestareconómico iba en función de la incierta corriente de visitantes norteamericanos y de la promociónturística que la Cámara de Comercio y hombres de negocios de El Paso hacían de Ciudad Juárez.
Las ideas prohibicionistas que prevalecían en Estados Unidos a fines del siglo XIX fueron unaconjunción de sentimientos protestantes, nacionalistas, progresistas, populistas y antialcohólicosque presionaron en varios estados de la Unión a favor de la implementación de una ley de tipoprohibicionista (Martínez, 1982, pp. 51), que vieron hecha realidad en 1918 en Texas y hasta 1920en toda la Unión Americana, cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó la enmienda XVIII que
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prohibió la producción, venta y consumo de alcohol en todo el país ( El Paso Herald, 27 de julio de1916).
En 1918, El Paso Herald mostró su beneplácito a través de su editorial y vaticinó que una vidasobria sería alejada de la oscuridad de ahora en adelante, pues a partir del 15 de abril entraría envigor la prohibición del alcohol en Texas, ya que las legislaciones de El Paso, San Antonio, Dallas,Ft. Worth, Houston y Waco, habían decidido por la prohibición del alcohol. El periódico calificó de“buena” la medida en beneficio de todos los ciudadanos (El Paso Herald, 15 de marzo de 1918). Así, el periódico ratificaba su postura contra el vicio y se mostraba solidario con grupos reformistasy protestantes. Meses antes de que entrara en vigencia la prohibición del alcohol en el estado deTexas, la mayoría de la población de El Paso se manifestó en contra con 2 mil 397 votos (El PasoTimes. 31 de enero de 1918). No obstante, con la votación de otros condados, se decidió por laprohibición.
A pocos años de que la prohibición del alcohol fuera efectiva en territorio norteamericano, en 1917,el directorio comercial de la ciudad de El Paso, Texas, registró un total de 168 negocios ligados a laventa de alcohol bajo el nombre de “saloons” (Directorio de la ciudad de El Paso, Texas. 1917. p. 814-815. Colecciones especiales de la Biblioteca de la Universidad de Texas en El Paso. La palabraSaloons traducida al español es Bar y en México se le conoce como cantina). Cantinas, restaurantes,hoteles, cafés, servicio de bebidas al automóvil, y otros, vendían alcohol a sus clientes. El 37.5 porciento de esos negocios estuvieron instalados en tres calles de la ciudad de El Paso: Stanton, El Pasoy San Antonio. La calle El Paso albergó el 16.6 por ciento, mientras que la Stanton el 10.7 porciento, y la San Antonio un 10.1 por ciento. Tanto los nombres de personas como de negocios enespañol, representaron el 20.4 por ciento del total, aproximadamente. El resto tenía nombres eninglés. Estos porcentajes sugieren que el número de inversionistas de origen mexicano erarelativamente pequeño en comparación con los de la localidad (Directorio de la ciudad de El Paso,Texas. 1918. p. 875-876). El directorio comercial de El Paso promocionaba sólo una cantina queestaba al otro lado del río por la avenida Juárez: El Big Kid. Posiblemente, su propietario H. N. Shippley tenía inversiones tanto de un lado como del otro y le interesaba promocionarlo del ladoamericano, pues la distancia entre un centro y otro no era extensa. La interacción entre CiudadJuárez y El Paso no se limitaba únicamente a la humana, había una posición flexible por parte de laautoridad mexicana de permitir también la movilidad de capitales. Sin duda, esta situación permitióque la inversión de norteamericanos, algunas veces asociados con mexicanos, diera origen a uncomplejo sistema de diversiones públicas que generó empleo, circulación de dinero, impuestos,pero también una forma de diversión y distracción que no acababa por encajar en una sociedad cuyosistema valorativo estaba fincado en principios emanados del catolicismo. Esa nueva forma dediversión atentaba contra los valores morales que prevalecían en la época, o también puede leerseque la sociedad mexicana, en este caso, la de Ciudad Juárez, empezaba a ver con recelo valoresimpuestos por sectores conservadores como la iglesia Católica, de igual manera como sucedía conla norteamericana que se oponía a los valores y principios emanados del protestantismo, para así darpaso al modernismo y a una fase de alto consumo.
Las calles El Paso y Stanton se comunicaban directamente con la avenida Juárez y la calle Lerdo deCiudad Juárez a través de los dos puentes internacionales. Por tanto, los clientes mexicanos y losnorteamericanos que quisieran consumir alcohol en la vecina ciudad, únicamente tendrían quecruzar el puente a pie, en automóvil o en tranvía. La distancia que tenían que recorrer era de unoscuantos metros. El grueso de los negocios estuvo ubicado estratégicamente en el centro de ambasciudades, sólo separados por el río Bravo. Las principales calles de Ciudad Juárez contaban conservicios públicos indispensables como suministro de agua, pavimento, luz eléctrica, querespondían a las necesidades de cantinas, restaurantes y cabarés, además de la presencia de unsistema de tranvías y de taxis que facilitaban el transporte de un lado a otro. A esta infraestructura
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instalada apostaron los inversionistas norteamericanos y no al simple hecho de trasladar susnegocios de El Paso a Ciudad Juárez.
Calles cortas, la de El Paso, Stanton y sus homólogas la Juárez y la Lerdo, principal ruta del tranvía,divididas por los puentes, significaron el centro de la diversión de la frontera en una época demarcados contrastes culturales, económicos, ideológicos y políticos entre dos países con un pasadohistórico marcado por recientes guerras civiles.
Para 1918, el directorio de la ciudad de El Paso registró 156 negocios donde se vendía alcohol, docemenos que el año anterior. En 1919, el directorio no registró negocios ligados a bebidasembriagantes, pues a finales de 1918, el estado de Texas fue de los primeros de la Unión Americanaen prohibir la producción, venta y consumo de alcohol. Propietarios de las cantinas cerradas en ElPaso –como resultado de la prohibición de alcohol– cruzaron la delgada línea fronteriza parainstalarlas en Ciudad Juárez. Documentos del municipio muestran que para 1927 entre cantinas yexpendios de licor sumaban la cantidad de 126 negocios (Archivo Histórico de Ciudad Juárez, 11 demayo de 1927). Tráfico de licor
Una segunda expansión de mayor proporción a la generada por las diversiones públicas de CiudadJuárez, surge a raíz de la aprobación, en 1920, de la enmienda XVIII por parte del Congreso deEstados Unidos, que prohibió la producción, venta y consumo de alcohol en todo el país. Los 15años de vigencia de la prohibición del alcohol en Estados Unidos, traerían importantes cambios enla esfera económica y social de la región, pues durante los años de la Prohibición (1918-1933), ElPaso y Ciudad Juárez experimentaron una intensa interacción humana y económica estimulada porla expansión del turismo.
La prohibición del alcohol al otro lado de la frontera motivó que miles de visitantes llegaran aCiudad Juárez en busca de licor y de otros placeres que provenían de otras diversiones, como losprostíbulos y las casas de juego de azar. La llegada de visitantes norteamericanos, nuevamente,impactó la economía, pues con ellos también arribaron cantidades considerables de dinero, perotambién llegaron formas de vida y comportamientos que no compaginaban con la de los mexicanos. Los norteamericanos experimentaban el endurecimiento en sus leyes para lograr un control social, yel espacio fronterizo mexicano representó el lugar para transgredir leyes, valores sociales y morales,por tanto, las ciudades fronterizas eran los espacios para desfogarse y olvidarse por algunosmomentos de un sistema legal que les impuso restricciones, como beber alcohol.
No obstante, parte del total de los ingresos provenientes del turismo regresaron a su lugar de origen“debido a la fuerte dependencia por parte de los juarenses hacia tiendas de El Paso para susnecesidades diarias” (Martínez, 1982, p. 223). Aunque este tipo de dependencia se observó añosdespués de que la Zona Libre dejó de funcionar y El Paso superó comercialmente a Ciudad Juárez.
Donde más se reflejó el efecto de la prohibición del licor fue en la generación de empleos en CiudadJuárez por la apertura de nuevos centros de diversión que emplearon a cientos de personas comocantineros, meseros, chóferes, músicos, mozos de limpieza, veladores, etcétera; lo cual no significóque por efecto del empleo aumentara la población, pues parte de ella seguía emigrando hacia ElPaso donde se contrataba en lavanderías, servicio doméstico, industria y agricultura o, en su caso,partía hacia otros estados del suroeste norteamericano, principalmente a California, donde laspercepciones salariales eran mucho mejores que en sus lugares de origen.
Este segundo auge de las diversiones, se estima, fue transitorio, pues al derogarse la enmiendaXVIII, en 1933, una cantidad considerable de los negocios ligados a la diversión y alcohol
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regresaron a su lugar de origen. A partir de este breve periodo histórico comenzaron a acuñarsediversos calificativos respecto de Ciudad Juárez y Tijuana que darían origen al mito de la leyendanegra de la frontera mexicana.
El lucrativo negocio de las cantinas en Ciudad Juárez no sólo promovió la adquisición, compra ytransporte de bebidas embriagantes de estados productores de México –como Jalisco, por el tequila;Zacatecas y Oaxaca, por el mezcal; inclusive pulque que se producía al interior y en estados delaltiplano central o aguardiente que provenía de los grandes productores de caña; también llegówhisky de Estados Unidos. Por supuesto, la cerveza se produjo por grandes cantidades durante elauge de las cantinas. Así como salió licor de contrabando, de la misma forma llegó de otras partesde la Unión Americana.
Se estima que a partir de la prohibición, llegó a Ciudad Juárez licor de todos los puntos productoresde Estados Unidos. Víctor Warrens, distribuidor mayorista de alcohol de Yreka, California, trasladóa Juárez más de cien barriles de whisky, cuyo valor estimado fue de más de cien mil dólares. Lapoblación en El Paso, para 1920, como ya se mencionó, llegó a cien mil personas, aunado a los queprovenían de otros estados de la Unión, de todos ellos, un buen porcentaje del total, gustó de lasdiversiones y del licor, por lo tanto se miró a Ciudad Juárez como un prominente negocio deincalculable ganancia y un lugar de interminable diversión.
Según muestra la tesis de Edward Lonnie Langston, para 1919, vía El Paso, fueron transportadospor camiones y vagones 448 barriles y 7 mil 218 botellas de whisky a Ciudad Juárez (Lonnie-Langston, 1974, pp. 223-224). Si tal cantidad de bebidas embriagantes llegaron a Ciudad Juárezcabe preguntar: la importación de la bebida, ¿pagó el impuesto correspondiente?, ¿pasó por la garitaaduanal?, ¿quién o quiénes eran el/los destinatario/s? De los miles de litros de alcohol que seintrodujeron a Ciudad Juárez, un porcentaje se destinó para consumo local y el otro para regresarlode nuevo a su lugar de origen de forma ilegal. Esta situación revela que posiblemente fue más fácilorganizar y planear la distribución desde la frontera mexicana. A lo largo del río Bravo había puntosque los agentes federales no lograron cubrir. Además, no se descarta que algunos de ellos estuvieraninvolucrados en ese rentable negocio ilegal.
Las autoridades mexicanas también dispusieron reglamentar y prohibir la entrada y salida de licor. Así, para el 28 de febrero de 1920, la Secretaría de Hacienda comunicaba a todos losadministradores de las aduanas de la frontera norte una orden por la que se prohibía la exportaciónde licores a Estados Unidos, así como la llegada de vinos espirituosos de este país (La Patria, 1marzo de 1920).
Esas dos medidas que, por separado, pero en la misma época, implementaron los dos gobiernosresultaron ineficaces, pues parece que el contrabando creció a tal grado que la vigilancia resultóinsuficiente para contrarrestar la actividad ilícita. El contrabando de licor constituyó un problema,pues el gobierno dejó de recibir importante sumas de dinero por concepto de impuesto por loslicores.
Ante la inminente prohibición y a tan sólo un día de que entrara en vigor la citada ley, lospropietarios del ramo del licor se dieron a la tarea de llevar todas las bebidas a Ciudad Juárez, que,según los periódicos de la época, se convirtió en la ciudad de la frontera mexicana que másalmacenó licores y vinos. El periódico La Patria informaba así a sus lectores: “Siendo mañana elúltimo día en que se sacará legalmente licor de este país, una gran cantidad de barriles y cajas dediferentes bebidas alcohólicas, en su mayor parte de diversas marcas de whisky, han pasado por estepuerto a la vecina Ciudad Juárez (La Patria, 1 marzo de 1920). Más que informar, ponía en alerta alpúblico en general sobre los efectos de la medida, de tal suerte que parecía que el periódico estabaen contra de la disposición y de esta manera fijaba su postura.
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Pequeñas cantinas se instalaron y expendieron el pulque como principal producto; el vaso tuvo uncosto al consumidor de diez centavos. La producción del pulque tenía su temporada. Durante laprimavera, esta bebida derivada del maguey se somete a un proceso de fermentación, por lo querequiere se consuma entre 24 o 36 horas después de su fabricación, pasado este tiempo ya no esrecomendable ingerirlo. El pulque, bebida fermentada de carácter popular, se consumíaprincipalmente en cantinas que, de acuerdo a la clasificación que establecía el municipio,correspondía a las de tercera categoría, con lo que indirectamente imponía una distinción de tipoclasista, pues el pulque lo consumían las clases económicamente bajas.
La lucrativa actividad del contrabando de licor, resultado de la prohibición del alcohol en la UniónAmericana, no se restringió a un género, pues las mujeres también se involucraron en esta actividadilícita. Las norteamericanas que venían de visita a Ciudad Juárez a su regreso a El Pasotransportaron de manera oculta botellas de licor, algunas fueron detectadas y puestas a disposiciónde la autoridad, y otras lograron introducirlo. También las mexicanas se arriesgaron y transportaronlicor ilegalmente a Estados Unidos. La sanción aplicada a quienes ilegalmente transportaron licor aterritorio estadounidense consistía en multas económicas y años de cárcel. El lucrativo negocio detráfico de licor ilegal, modificó los tradicionales roles sociales asignados a las mujeres, ahora elcontrabando no era cuestión de género, por ejemplo, Josefina Ronquillo testificó ante la cortefederal mexicana, pues había sido arrestada porque en su casa se encontraron 19 botellas de tequila. El argumento del ama de casa, quien había dejado ese rol tradicional para dedicarse a una actividadmás lucrativa, pero ilegal, era que su marido no ganaba lo suficiente para la manutención y que poreso se había dedicado al tráfico de licores (La Patria, 1921). ¿Acaso la declaración de la mujerevidenciaba la situación de pobreza de la población o ponía de manifiesto que el tráfico de licor fuepracticado por todas las clases sociales existentes?
La prohibición causó conmoción. Muchas personas de El Paso cruzaron el puente para ir a consumiralcohol a Juárez, lo cual motivó a que autoridades migratorias norteamericanas iniciaran un procesode control. El jefe de la oficina de inmigración de El Paso ordenó que no se aceptaran pasaportes deuno, cinco o diez días otorgados por las autoridades del estado de Chihuahua. Con la prohibición seabría otra actividad ilegal que grupos reformistas, progresistas y protestantes no sopesaron sino quecontribuyeron para que norteamericanos, alemanes, irlandeses y mexicanos se enriquecieranmediante el contrabando de licor que se consumía en grandes cantidades en Estados Unidos, cuandoera legal su consumo.
En la búsqueda para disminuir el índice de personas dedicadas al contrabando de licor, seendurecieron las sanciones para todas las personas que violaban las leyes relativas al tráfico delicores. Las leyes se dieron a conocer por diferentes medios. Los conductores de automóviles desitio que violaran la disposición, serían sujetos a clausura durante un año, mientras que losparticulares corrían el riesgo del decomiso del vehículo. El jefe de los agentes federales no dudó enanunciar una enérgica campaña en contra de todas las personas que se dedicaran a violar las leyesprohibicionistas. Norteamericanos y mexicanos, sedientos de licor y de placer, continuamenteviolaban el orden jurídico y moral de Ciudad Juárez. Muchos de ellos fueron encarcelados y suliberación consistió en el pago de multas fijadas por el juez de barandilla. Espectáculos denigranteseran parte de la cotidianidad por parte de los visitantes o turistas, algunos de ellos fueron arrestadospor deambular semidesnudos por las principales calles (La Patria. 1920). Lo paradójico delproblema que representaba la ebriedad pública, que quebrantaba muy seguido el bando de buengobierno y por tanto la moral pública, parecía compensarse con los ingresos que generaba al erariomunicipal, de tal manera que a la más leve insinuación de personas ebrias por quebrantar elreglamento, inmediatamente eran encarceladas, pues de antemano se entendía que para salir de lacárcel tenían que cubrir determinada cantidad de dinero que fijaba el juez de barandilla. Los turistasnorteamericanos, según los reportes policíacos, eran los que más infringían el reglamento.
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Por otra parte, los turistas norteamericanos que pisaban la cárcel municipal por ebriedad y faltas a lamoral, regularmente se quejaban del despojo de sus pertenencias personales cuando entraban a lacelda, pues relojes, joyería y dinero en efectivo no les eran devueltos. Estos actos de corrupción delas autoridades se denunciaban a través de la prensa escrita, que cotidianamente calificaba a losfuncionarios de corruptos.
La prohibición del alcohol al otro lado de la frontera, no sólo generó clandestinidad, también generófortunas para los que se dedicaron a la ilegalidad. Empresarios u hombres de negocios de la ciudadaprovecharon el momento, pues establecieron destilerías y, posiblemente, fueron artífices delcontrabando y prostitución. A pesar de que existía la prohibición en el vecino país del norte, elalcohol nunca dejó de producirse; parte fue para consumo interno y otra tuvo como destino lasciudades fronterizas de Ciudad Juárez, Tijuana, Matamoros, etc.
Juárez fue productor de whisky, cerveza, y bebidas extraídas del agave, como mezcal y sotol. Asícomo había cantinas de primera clase –con reservados para aquellos que querían espacios discretosdonde no fueran vistos por los demás clientes–, también las hubo de segunda para la clase media, yde tercera para el trabajador común o jornalero, quienes bebían mezcal, sotol y pulque.
Ante la situación ilegal del contrabando de alcohol, la influyente Cámara de Comercio de CiudadJuárez y la autoridad municipal se dieron a la tarea de integrar comisiones cuyo objetivo erareglamentar el tráfico de licores para el estado de Chihuahua. Esta reglamentación buscaría bajar ycombatir el contrabando de alcohol bajo una “absoluta y radical prohibición de dicho tráfico, envirtud de los graves daños morales, sociales y económicos que la referida prohibición acarrearía aeste estado” (AHCJ, 9 de marzo de 1921).
Sin embargo, se observa que la reglamentación, más que cuidar valores morales y sociales, ibaencaminada a cuidar los intereses, primero, de los inversionistas locales y, después, del estado. ElMunicipio cobraba el impuesto correspondiente, igual que el estado y la federación. Posiblemente, yno se descarta, la intención de conformar la comisión también obedeció a presiones de actoressociales como grupos prohibicionistas al otro lado del río.
Por supuesto, la influyente cámara aglutinaba a la élite comercial y empresarial; es decir, algunosherederos de los negocios de sus padres y otros que mediante inversión lograron duplicar su capital. Otros más se asociaron a extranjeros para llevar a cabo la producción ilegal y luego pasarla al otrolado de la frontera. En función del contrabando de alcohol se tejió una compleja red de tráfico en laque estuvieron implicados, no sólo empresarios mexicanos y norteamericanos, sino, posiblemente,autoridades de ambos lados de la frontera participaron de esa actividad que les redituó jugosasganancias.
Lonnie Langston sostiene que Julián Gómez, Antonio J. Bermúdez –quien fuera director de laparaestatal Petróleos Mexicanos–, Enrique Fernández, por citar algunos ejemplos, hicieroncuantiosas fortunas con la producción y el contrabando de licor (Lonnie-Langston, 1974, p. 226). También fueron parte del poder político, pues varios de ellos, como Bermúdez y Valentín Fuentes,ocuparon importantes puestos en la administración municipal. Herederos de esas fortunas y denegocios originados en la ilegalidad, las generaciones actuales gozan de prestigio en el mundo delos negocios a nivel local, estatal y nacional.
Valgan como ejemplo las redes del poder basadas en relaciones de parentesco, Antonio J. Bermúdez(Chávez, 1959, pp. 356-357), originario de la homónima capital del estado de Chihuahua, llegó aCiudad Juárez en 1922, contrajo nupcias con Hilda Mascareñas, hija de un ex gobernador delestado. Años más tarde fue considerado como una de las personas de mayor solvencia económica dela localidad. Ocupó la Presidencia Municipal 1942-1943, durante plena efervescencia de la Segunda
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Guerra Mundial, otro periodo en la historia de Ciudad Juárez caracterizado por el alto consumo dealcohol de los soldados acantonados en Fort Bliss. En el gobierno de Miguel Alemán fue llamado aocupar la dirección general de Petróleos Mexicanos. En la década de los ochenta, su sobrino yheredero, Jaime Bermúdez fue electo presidente municipal. Conflictos laborales en cantinas
En 1921, fueron denunciados por inspectores municipales los propietarios de las cantinas LaNumancia, La Bohemia y Salón París, al sorprender a menores de edad trabajando en el mostrador ocomo de meseros (AHCJ, 15 de junio de 1921). Contratar menores estaba tipificado como delitograve y era una violación a la ley federal. Los menores eran objeto de explotación laboral, pues losempleadores les pagaban salarios menores al mínimo establecido.
La Ley de Trabajo del Estado de Chihuahua establecía que la proporción de trabajadores en el árealaboral debería ser proporcional: un 80 por ciento para mexicanos y el resto para extranjeros. Sinembargo, los propietarios de las cantinas privilegiaron en los empleos de más relevancia aextranjeros, mientras que a los mexicanos los destinaban a labores de servicio y de limpieza. Españoles, norteamericanos, chinos y de otras nacionalidades, competían con los mexicanos dentrode su mismo territorio por un espacio de trabajo que, por ley, correspondía a mexicanos. Esto reflejaque la autoridad no quería entrar en conflicto con uno de los sectores que más recaudación lesignificaba, por lo tanto, permitió que los concesionarios decidieran a quién contratar y a quién no. Éste fue uno de los principales conflictos que por más de una década no se resolvió totalmente.
Durante febrero de 1921, el municipio recaudó por concepto de bebidas embriagantes (AHCJ, 26de febrero de 1921) la no despreciable suma de 140 mil 300 pesos, distribuidos en tres rubros:derecho de patente de licores, 103 mil 956 pesos; bailes en cantinas, 33 mil 974 pesos; y por músicaen cantinas, 2 mil 370 pesos. Se estima que el ingreso anual al erario municipal por concepto debebidas fue de más de un millón de pesos.
Con la finalidad de que el lector tenga idea de lo que recaudaba el Ayuntamiento de Ciudad Juárezpor el concepto de bebidas embriagantes, la cantidad equivalía, aproximadamente, a lo que elGobierno Federal prometió destinar para la educación en el estado de Chihuahua en 1920, cuando elgeneral Álvaro Obregón tomo posesión de la Presidencia de la República. La Federación secomprometió con el general Ignacio C. Enríquez, gobernador de Chihuahua, a entregar un millón ymedio de pesos anuales para el gasto educativo. Otra de las promesas del presidente al gobernadorfue la autorización para concesionar el juego en Ciudad Juárez, lo que significaría para el erariolocal ingresos por poco más de dos millones de pesos anuales (Gonzalez-Herrera, 1990, p 95). Consideraciones finales
Mientras que El Paso entraba de lleno a la modernidad por acción del desarrollo económico que fueimpulsado por el ferrocarril, Ciudad Juárez experimentaba un proceso de dependencia con respectode su contraparte norteamericana y una agudización de la problemática social. La paulatinatransición de diversiones “viciosas” de El Paso hacia Ciudad Juárez, desde el punto de vistaeconómico, sólo significó un “analgésico” para la baja productividad que experimentaba la ciudad. La modernidad en El Paso, no sólo mejoró los niveles de vida de su población, sino que, al mismotiempo, era causa y efecto de problemas sociales que al corto tiempo influyeron para construir unaimagen de ciudad viciosa. Bajo un esquema de ideas y creencias, puritanos y reformadores,percibían al vicio como un “mal” y una forma de corrupción para su sociedad, de tal manera, quelejos de sus principios éticos emanados del protestantismo, poco les importó el “expulsar” lo quecreyeron era fuente del “vicio” hacia Ciudad Juárez. Los conflictos laborales y sociales de la
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sociedad del espacio fronterizo mexicano resultaron de la idea de los anglos de que eran superioreseconómica y socialmente que los mexicanos.
Para finales del siglo XIX, ricos comerciantes de El Paso se valieron de la prensa escrita paraconstruir las primeras representaciones negativas de Ciudad Juárez. Ricos comerciantes de El Pasousaron la prensa escrita en inglés para así influir en el imaginario colectivo y mostrar que CiudadJuárez resultaba “peligrosa”. Bajo esta representación, los anglos influyeron en las creencias de lapoblación y las autoridades de El Paso para poner en evidencia que la contraparte del espaciofronterizo mexicano era una “amenaza” para la seguridad nacional. A través de la prensa urdieronuna “efectiva” campaña de desprestigio, a tal grado, que la parte de la población veía a sussemejantes mexicanos como el “mal” encarnado. De esta manera, se demostró la efectividad de losmedios masivos de comunicación para influir en la opinión pública, a tal grado de que sirve a“quienes desearían controlar las opiniones y creencias de nuestra sociedad [ya que] [… ] recurrenmenos a la fuerza física y más a la persuasión masiva” (Lazarsfeld y Merton, 1986, p. 25). Bibliografía Las contradicciones culturales del capitalismo. Obtenido desde
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