Def. acto

Acto es lo que hace ser a lo que es
acto
soy responsable de mis actos;es un acto reflejo. ! 3.! División importante de una obra escénica: ! 4.! der. Disposición legal:
! 5.! filos. Existencia real del ser, opuesta a la potencia:
! 6.! acto continuo o seguido loc. adv. A continuación, inmediatamente después:
se detuvo en el escaparate y, acto seguido, entró en la tienda. ! 7.! en acto de servicio loc. adv. Realizando su trabajo:
! 8.! en el acto loc. adv. En seguida:
! 9.! hacer acto de presencia loc. Presentarse en un lugar, asistir brevemente y por
compromiso a una reunión o ceremonia:no le gustan esas recepciones, pero debe hacer acto de presencia. quedarse en el acto loc. col. Morirse repentinamente:
apenas sufrió, se quedó en el acto. ACTO EN EL ESPACIO = HABITAREL CONCEPTO DE LUGAR Arquitecto y Urbanista.
Master y Doctoren en Arquitectura en las áreasde Confort Ambiental y Teoría de Proyecto.
Mucho se escribe sobre los conceptos de espacio y de lugar. Qué es el “espacio”? Qué es el lugar? Son preguntas frecuentes de los investigadores de las más diversas áreas y aproximaciones teóricas en diferentes periodos históricos.
Existe diferencia entre espacio y lugar? Si no existe diferencia, todo espacio puede ser considerado un lugar? Pero si la diferencia existe entre los dos conceptos, en qué difieren? En este contexto, habrían diferentes tipos de lugares? Estas interrogantes nos servirán como directrices para alcanzar nuestros objetivos en este artículo: definición del concepto de lugar y determinación de su estructura.
Algunas reflexiones sobre el concepto de espacio y de lugar Los arquitectos que se cuestionen sobre lo que es arquitectura, acabarán reflexionando sobre el concepto del espacio. Zevi (1) afirma que las cuatro fachadas de un edificio constituyen
apenas la caja dentro de la cual está encerrada la joya arquitectónica, esto es,
el espacio
. El autor coloca como protagonista de la arquitectura el espacio, el
vacío.
El autor considera espacio y vacío como sinónimos. Para él, la arquitectura no proviene de
un conjunto de anchos, largos y altos de los elementos constructivos que encierran el espacio, sino precisamente de este vacío, del espacio encerrado, del espacio interior en que los hombres se mueven y viven. La relación entre arquitectura y espacio ha sido retomada también por Coelho Netto (3) que afirma que la arquitectura no es solamente la organización del espacio, sino es también el acto de crearlo. Oliveira (4) en su pensamiento, sobre una vía fenomenológica, sobre lo que es la arquitectura, la define como … “la instauración de una espacialidad en el mundo por un cuerpo polarizado por sus tareas”(5). Según la autora, la arquitectura por ser una actividad transformadora y ordenadora, podemos compararla con un juego dado por medios de actos primordiales de ordenar y construir, actos como: adicionar-sustraer, alternar, anteponer-posponer, apoyar, etc.
Pero cual es la definición de este principal elemento con que la arquitectura trabaja, y que tanto referencia? Para responder a nuestro primer cuestionamiento, si existe diferencia entre espacio y lugar, remitámonos a las etimologías de los términos. Según la filosofía Chauí (6), en la escritura alfabética o en la fonética, no se representa una imagen de la cosa que está sendo dicha, sino que es la idea de ella, la que se piensa y se transcribe.
En Cunha (7) e Ferreira (8) encontramos la misma definición para el término de espacio (del latín spatium), … “la distancia entre dos puntos, o él área o él volumen entre límites determinados”(9). Comparándola con la definición de lugar (del latín localis, de locus), este es el “espacio ocupado, localidad, cargo, posición”(10). En Ferreira (11), encontramos como significado para la definición de lugar, “1 Espacio ocupado; sitio. 2. Espacio. 3. Sitio o punto referido a un hecho. 4. Esfera, ambiente. 5. Población, localidad, región o país”.
Según las definiciones y el origen de las dos palabras, se entiende que los dos conceptos se
relacionan en que el lugar es el espacio ocupado, o sea habitado una vez que en una de sus
definiciones sugiere el sentido de poblado, región o país. El término habitado, de habitar,
en este contexto, acrecienta la idea de un nuevo elemento en el espacio: el
hombre. El espacio gana significado y valor en razón de la simple presencia
del hombre, ya sea para acomodarlo físicamente, o como su lar, sea para
servir como palco para sus actividades.

La palabra habitar tiene como definición: “1.Ocupar como residencia; residir. 2. Tener habitar en. 3.
Morar (con alguien)” (12). Residir se presenta como alguna de sus definiciones: “2. Acontecer, estar
presente; (…) 3. Hallarse, ser, estar” (13). Estar presente, hallarse, ser y estar, en este contexto
hacen referencia al hombre en su capacidad de habitar. Para nosotros, el hombre construye
para habitar y no habita para construir.

Tuan (14) afirma que el significado del espacio a menudo se funde con el de lugar, una vez que las dos categorías no pueden ser comprendidas una sin la otra. Según él, lo que comienza como un espacio indiferenciado, se transforma en un lugar a medida que lo conocemos mejor y lo dotamos de valor. “El espacio se transforma en lugar a medida que adquiere definición y significado”(15). “Cuando el espacio nos es enteramente familiar, se torna en lugar”(16). Tuan define los lugares como “centros a los cuales atribuimos valor y donde son satisfechas las necesidades biológicas de comida, agua, descanso y procreación”(17).
A través de la dimensión temporal es que podremos entonces conocer un
espacio, definido y dotándolo de valor. Ya decía Zevi que más allá de las tres
dimensiones de la perspectiva y consecuentemente de la arquitectura, existía
una cuarta. “Existe (…) otro elemento más allá de las tres dimensiones
tradicionales, y es precisamente el dislocamiento sucesivo del ángulo visual.
Así se designó al tiempo la cuarta dimensión”
(18).
Tuan relaciona tiempo y lugar de tres formas: le tomamos cariños a un lugar
en función del tiempo vivido en él; el lugar sería una pausa en la corriente
temporal de un movimiento, o sea, el lugar sería la parada para el descanso,
para la procreación y para la defensa; y por último, el lugar sería el tiempo
que se vuelve visible, esto es, el lugar como recuerdo de tiempos pasados,
perteneciente a la memoria
(19). De modo semejante, dice el antropólogo Augé: “Si un lugar
se puede definir como identitario, relacional e histórico, un espacio que no se puede definir ni como
identitario, ni como relacional, ni como histórico definiría un “no-lugar”(20). Augé defiende la
hipótesis que la supermodernidad es la productora de no-lugares, y que ellos “son diametralmente
opuestos al lar, a la residencia, al espacio personalizado. El no-lugar estría representado por los
espacios públicos de rápida circulación, como aeropuertos, terminales de buses, estaciones de
metro, y por los medios de transporte- como también por las grandes cadenas de hoteles y
supermercados” (21).
Lugares que induzcan a un rápido movimiento asociado a una no
personalización del espacio y del individuo serían para este antropólogo un
no-lugar.
“Los espacios del no-lugar no crean ni identidades singulares ni relaciones, pero sí
soledad y similitud” (22). El autor se basa en Michel de Certeau (23) al referirse que un no-lugar
sería una especie de cualidad negativa del lugar, de una ausencia de lugar en si mismo.
En realidad, con la definición de Tuan acerca de lugar (24), este podría existir en muchas
escalas y modos de ser diferentes. En un extremo de una escala, una sala de aula preferida
es un lugar inserto en un lugar mayor que sería la escuela, que a su vez también se inserta
en otro mayor que sería toda una ciudad.

El geógrafo nos indica dos características válidas para nuestro estudio, las cuales componen el lugar, el valor a él atribuido y el tiempo, que sería el responsable de las experiencias vividas.
El arquitecto Norberg-Schulz busca en la filosofía griega una reflexión sobre el concepto de lugar. Para los griegos cada lugar era regido por un dios, genius loci (25), o el espíritu del lugar. Los hombres, al principio, no concebían a sus dioses como divinidades celadoras que custodiaban toda la raza humana; por el contrario creían que cada divinidad pertenecía a un determinado pueblo o localidad. En las religiones que vinculan al pueblo firmemente al lugar, las divinidades parecen tener en común las características del lugar, confiriéndoles su personalidad a este. No tienen poderes más allá de su domicilio particular, recompensan y protegen a su propio pueblo, pero hacen mal a los extranjeros (26).
En la realidad, este procedimiento es una tentativa de “antropomorfizar” el espacio, esto es, transformar el espacio “salvaje” en un lugar, fundando un microcosmos, un imago mundi (27). Eliade (28) reflexiona que lo sagrado y lo profano constituyen dos modalidades de ser en el mundo. Para el hombre religioso, el espacio no es homogéneo, sino que presenta roturas. Siendo así, las sociedades antiguas, comprendían el espacio cualificándolo en esas dos formas, el primero es el territorio habitado, es el mundo, nuestro mundo, conocido y sagrado (Cosmos), el segundo, el espacio indeterminado, que circunda al primero, es otro mundo, desconocido y profano, es el Caos, habitado por figuras extrañas y monstruos. Ningún “Mundo” puede nacer en el Caos de la homogeneidad y de la relatividad del espacio profano. Confiriendo un carácter al lugar, a través del genius loci, el hombre se colocaba en una posición central en el universo. Este ejercicio no era más que la repetición de un acto primordial: trabajando la tierra desconocida, realiza nuevamente el acto de los dioses que organizaron el Caos, dándoles una estructura, formas y normas, interpretándolo para poder habitar en él.
Norberg-Schulz afirma que el lugar es más que una localización geográfica, o
sea, más que un simple espacio. “El lugar es la concreta manifestación del
habitar humano
”(29). El autor sostiene que el mundo, como lugar, está constituido por
elementos que transmiten significados
. En su insatisfacción por una definición sobre qué es el
lugar, el busca nuevamente en la filosofía, más precisamente en el filósofo existencialista Heidegger
(30). Este declara que el hombre para ser capaz de habitar sobre la tierra debe tomar conciencia
que habita entre dos mundos dicotómicos, el cielo y la tierra. “Sobre la tierra ya significa debajo del
cielo, dice Heidegger (31). Por eso cabe al hombre, no solamente comprenderlos separadamente, sobretodo, entender la relación existente entre ellos.
“La tierra es poseedor servicial, florido y fructífero, dispersándose en roca y agua, levantándose en planta y animal (…) El cielo es el camino abovedado del sol, el curso de los cambios lunares, el brillo de las estrellas, las estaciones recurrentes, la luz y el crepúsculo del día, la oscuridad y el brillo de la noche, la bonanza y la no bonanza del clima, las nubes fluctuantes y el azul profundo del éter”(32).
El hombre habita entre esos dos mundos completamente opuestos, el primero tangible y accesible,
el segundo no tangible e inaccesible. Pero para Norberg-Schulz, el habitar significa
mucho más que el abrigo, habitar es sinónimo de lo que él llama soporte
existencial.
El soporte existencial (que según él sería el objetivo de la arquitectura) es conferido
al hombre a través de la relación entre este y su medio por medio de la percepción y del
simbolismo. El autor introduce el concepto de espacio existencial, que “no es un término lógico-
matemático, pero que comprende las relaciones básicas entre el hombre y su medio” (33), siendo
dividido el Genius Loci en dos elementos complementarios: el espacio (o sea, la tierra) y el carácter
(o sea, el cielo), lo que el autor entiende respectivamente como la orientación y la identificación.
Solamente es a través de estos dos elementos que el hombre tendrá su “soporte existencial”, o sea,
su lugar sobre la tierra es construido, y el caos transformado en cosmos. En la realidad, el
arquitecto se basa en la definición, adoptada por Heidegger, para este último, “El modo en el cual
usted está y yo estoy, el modo en el cual los humanos estamos sobre la tierra, es habitar”(34).
“Nosotros hemos usado la palabra “habitar” para indicar la relación total hombre-medio. (…) Cuando el hombre habita, él está simultáneamente localizado en el espacio y expuesto a un cierto carácter ambiental. Las dos funciones psicológicas involucradas, pueden ser llamadas “orientación” e “identificación”. Para ganar el soporte existencial el hombre tiene que ser capaz de orientarse; él tiene que saber donde está. Pero también él tiene que identificarse con el medio, esto significa, que él tiene que saber como el está en un cierto lugar”.
Norberg Schulz (36) concluyó que la estructura de un lugar, sea este natural o construido, está compuesta por dos categorías: el espacio (tierra) y el carácter (cielo), que siendo analizadas por la percepción y por el simbolismo permitirán el soporte existencial, o sea la capacidad de habitar del hombre.
El espacio (tierra), en esta estructuración, es el elemento más estable, si bien alguna de sus propiedades son susceptibles de cambiar en el transcurso del año. El carácter (cielo), es más inestable, es una función del tiempo, cambiando con las estaciones recurrentes, con el curso temporal diario y con el clima. Según el autor hay cinco modos básicos para comprender el aspecto del lugar, natural o construido: elementos de orden cósmico (dados por el elemento espacio: tierra), carácter, luz y tiempo (dados por el elemento carácter: cielo). Todos esos modos son analizados según la percepción y el simbolismo (37).
En el análisis del elemento espacio (tierra), Norberg-Schulz (38) lo analiza a través de sus características morfológicas, tales como: elementos constitutivos (descripción y caracterización); relación interior-exterior (relación entre el lugar y su entorno); extensión (topografía); límites (cerramientos horizontales y los verticales, forma y volumen del espacio); escala/proporción (macro, media, micro); direcciones (orientación solar, sentidos horizontal y vertical) y ritmo (tiempo, caminos, centro y dominio).
El elemento carácter (cielo) es analizado básicamente por el autor (39) en dos aspectos: (a) constitución cualitativa (cualidad de luz, color y clasificación) y (b) constitución cuantitativa (cantidad de luz).
Por eso, en su discurso acerca del elemento carácter (cielo), es posible identificar características de este pertenecientes no solamente al cielo, propiamente dicho, sino también a la caracterización climática del ambiente. Al comparar la descripción de dos ambientes distintos con el propósito de establecer diferencias en cuanto al genius loci de cada uno, es posible destacar algunos factores y elementos climáticos que componen el lugar.
“La floresta nórdica (…) El suelo es raramente continuo (…) tiene una variedad de relevos; piedras y depresiones, arboledas y claros, arbustos y pajonales (…) El cielo es difícilmente vivenciado como un semiesfera global, pues él se expresa por entre los contornos de los árboles y piedras, y muchas veces modificado por las nubes.
Cuando el sol está relativamente bajo y crea una variedad de spots de luz y sombra, las nubes y la vegetación funcionan como “filtros”. El agua está siempre presente como un elemento dinámico (…) La cualidad del aire está en constante movimiento, desde neblina húmeda hasta un refrescante ozonio” (40).
Comparando con la descripción del paisaje del desierto del Sahara, tenemos: “La infinita extensión de monotonía del suelo árido; la inmensa bóveda que abraza el cielo sin nubes(…) el sol quemante que casi da una luz sin sombra; la sequía, el aire caliente (…) Es por el sol que el amanecer conecta día y noche sin los efectos cambiantes de luz, y crean un simple ritmo temporal” (41).
En la descripción del ambiente de la floresta nórdica, el relieve, el cielo modificado por nubes, el sol bajo, la cualidad de la luz y de la sombra, la vegetación, el agua, la cualidad del aire y la neblina son totalmente diferentes del paisaje desértico, con su suelo árido, la bóveda celeste sin nubes, el sol quemante, la sequedad del aire caliente y la ausencia de los efectos cambiantes de la luz. Estos elementos destacados son definidos por la localización geográfica de esos puntos en relación al planeta tierra, en términos de latitud, altitud, longitud, proximidad o no del mar, las relaciones de las masas de agua y tierra, en fin, son los elementos y factores que configuran el clima local. De esta forma, implícito en el trabajo del arquitecto Norberg-Schulz (42), podemos decir que el soporte existencial no sería conferido al hombre solamente por las relaciones y simbolismos del lugar, insertas en la percepción estarían las características climáticas de la región.
Con base en nuestras reflexiones, entendemos el concepto de lugar en concordancia con el arquitecto Norberg-Schulz, o sea, “El lugar es la concreta manifestación del habitar humano” (43). Como diferenciación entre espacio y lugar, recorremos las etimologías de los términos conocidos. Procuramos adoptar la postura de los investigadores franceses al recorrer las etimologías de los términos empleados. Espacio (de el latín spatium) es la “distancia entre dos puntos, o el área o el volumen entre límites determinados” (44), y lugar (del latín localis, de locus) es el espacio ocupado” (45). El espacio solo se vuelve un lugar en el momento en que él está ocupado por el hombre, física o simbólicamente.
Dentro de este universo de lugares, existen tipos de lugares cualitativamente diferentes. Tomando como ejemplo la casa, que para Bachelard “es nuestro canto del mundo. (…) abriga y devaneo soñar despierto, (…) protege al soñador, (…) permite soñar en paz” (46) ella sería el primer lugar del hombre o su lugar de referencia. Ahí mismo en ella podemos encontrar un lugar preferido, donde nos gusta permanecer, o nuestro rincón, como dice todavía Bachelard: “no encontramos en las propias casas reductos y cantos donde nos gusta escoger” (47). También ocurre que hay tipos de lugares que poseen una cualidad negativa, valores negativos, que según Certeau (48) serían los no –lugares, una vez que son lugares que no se definen ni como identitarios, relacionales o históricos.
Cuales elementos participan en la construcción de un lugar?, sería el último
de nuestros cuestionamientos. Un espacio posee sus elementos físicos y
estos tienen una relación entre sí, aleatoria. Pensemos en un paisaje. Ese
escenario: el está ahí, con todos sus elementos, el cielo, la tierra, el mar, la
vegetación, las montañas, las flores, etc. O sea, todos sus elementos físicos
relacionados espacialmente. El clima también está presente, el sol fuerte, las
nubes, las lluvias, etc. En fin todos los elementos y factores climáticos
globales y locales. Con todo, este espacio no puede ser definido como un

lugar, pues no está ocupado, no está habitado por el hombre. El clima y los
elementos de aquel espacio están interactuando, pero el no es un lugar, es
apenas un espacio. En el momento en que en el se inserte el hombre, se
habrá transformado en un lugar. La simple presencia del hombre lo modifica
y cualifica.

Una vez que el lugar es espacio dotado de valor por el hombre, y este está
contemplado en aquel, en presencia física y/o simbólica, proponemos como
estructura para el lugar la intersección de tres mundos o atributos: los
espaciales, los ambientales y los humanos. Transitando en las esferas
bioclimáticas y humanas está el elemento tiempo.

Solamente con la interrelación de estas tres esferas, un espacio se torna en un lugar. Sin los
atributos humanos, el espacio no es un lugar, es apenas un local donde
todos los atributos espaciales y los ambientales existen e interactúan,
pero sin
la interacción humana, sin los valores humanos.
Los atributos espaciales se refieren a las cuestiones relativas al espacio tridimensional, en términos de morfología. La forma, las áreas, el volumen, los planos constituyentes y la proporción entre sus dimensiones, los elementos que se hacen parte de él, las relaciones de configuración espacial que se hacen presentes y las características físicas de los planos y de los elementos del espacio en cuanto a color y a textura.
Los ambientales involucran aspectos relativos a las características climáticas del espacio. La latitud, longitud y la altitud donde se localiza la región, la cantidad y la cualidad de la luz natural, la caracterización del cielo, la orientación solar, la incidencia eólica, la temperatura del aire, la humedad del aire, las precipitaciones, los olores naturales, los sonidos de la naturales, etc.
Por último, los atributos humanos son la interacción del hombre en este
universo espacial, influenciando, modificando y concediendo valores a los
atributos espaciales y a los ambientales. Presentes físicamente o
simbólicamente, se tiene una relación de escala entre el hombre y el espacio
que lo circunda. A medida que se desplaza, su cuerpo explora el ambiente
espacial, sirviéndose de el para realizar sus actividades a la vez que
establece una comunicación perceptiva. Concede valores y significados, se
apropia del espacio y lo guarda en su memoria.

El elemento tiempo ejerce influencia sobre los atributos ambientales y los humanos. Por ejemplo, a lo largo del día el ambiente visual de un espacio se modifica en razón de la variación de la luz; el movimiento del cuerpo y la percepción cinestésica, están regidos también en función del espacio disponible y el recorrido (física, visual, acústicamente, etc.) y del tiempo necesario para la ejecución de estas tareas, etc.
En cuanto a la esencia (sentido originario) del lugar, Norberg-Schulz (49) nos dice que los griegos entendían que cada lugar poseía su propia identidad o su stabilitas loci.
Con la inauguración de la fenomenología por Husserl, este la llama de eidos que es aquello … “que se encuentra en el ser autárquico de un individuo constituyendo lo que él es” (50) o sea, .la idea fundamental de este ser. Esta definición está reforzada por la etimología de los términos conocidos, cuyo origen proviene del latín “essentia, la naturaleza de cualquier cosa” (51). Ser la naturaleza de algo significa lo más puro que podamos obtener de este ser.
“Imaginamos la esencia como una especie de estructura innata de los seres,
elemento indescomponible e incorruptible, sustancia plena impermeable a las
vicisitudes de la experiencia. Para conocerla necesitaríamos despojarla de
los accidentes que la existencia le confirió: quitar los velos que la cubren, los

aderezos, las relaciones superfluas, todas esas cosas ligeras que se pueden
retirar de una idea sin mácula. Conseguimos eso procediendo con
combinaciones, sustracciones, adiciones, haciendo variar todo aquello que
aparentemente le pertenece, hasta descubrir lo que no es más apariencia,
hasta llegar a la esencia: una invariante” (
52).
Hablar de esencia no significa hacerse devoto de una “comprensión mística” que permitiría solamente a algunos iniciados ver lo que otros no ven, es más bien lo contrario, resaltar el sentido de un fenómeno que le es inmanente, que existe siempre en él y le es inseparable.
Cada objeto que percibimos tiene una essencia: árbol, mesa, casa, etc., y también cualidades que atribuimos a esos objetos: verde, rugoso, confortable, etc. Pero la esencia no es una cosa o una cualidad, en el caso de la arquitectura, la tipología arquitectónica; ella es el ser de la cosa o de la cualidad. Dartigues (53) nos ejemplifica que si tomamos la IX Sinfonía de Beethoven, su esencia persistiría de todas maneras, aúnque todas las partituras, las orquestas y los oyentes desaparecieran para siempre. Ella persistiría no como una realidad, como un hecho, sino como pura posibilidad. Es esa pura posibilidad que me permite nombrarla y distinguirla de inmediato de todas las otras sinfonías.
“La intuición de la esencia se distingue de la percepción de hecho: ella es la imagen del sentido ideal que atribuimos a un hecho materialmente percibido y que nos permite identificarlo (…) Si la esencia nos permite identificar un fenómeno, es porque ella es siempre idéntica a si misma, no importando las circunstancias contingentes de su realización (…) Esta identidad de esencia consigo misma, por tanto está imposibilitada de ser otra cosa diferente a lo que es, se traduce por su carácter de necesidad que se opone a la “facticidad”, esto es, el carácter de hecho, aleatorio, de su manifestación” (54).
Así como al dibujar en un cuaderno sin la ayuda de un compás, un niño diría que la forma ligeramente ovalada es un círculo, por mucho que sean los diseños de triángulos sobre los pizarrones negros de todas las escuelas del mundo, siempre se trata de un triángulo, podemos decir, que por numerosos que sean los tiempos y los espacios, en los que se habla de lugar, y por la imposibilidad de ser otra cosa, que es de este lugar que se refiere, y es su esencia la que nos permite identificarlo, nombrarlo, y distinguirlo de inmediato de todo y de cualquier otro lugar.
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Habitar es la interacción humana desplegada en el espacio que rodea al
cuerpo por la cual se organiza, ocupa y coloniza en función de las
necesidades.

Source: http://plataforma.cfrd.cl/sis/files/course/curso_1775/Bfiles/(20121106)Acto-espacio-habitar.pdf

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